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El sol se refleja fuerte en los pisos de la escuela y multiplica el calor de este lunes. Una de las vencedoras llega chiquita con el andar un poco hacía atrás, feliz y ansiosa muchos minutos antes de la hora de entrada. “Si eres una vencedora, las sonrisas de tu maestra y personal de la dirección saludarán tu llegada al colegio el primer día de clases y los siguientes hasta que logres terminar bien el año”, le había dicho pocas semanas antes su Director. Por whatsapp, el domingo su maestra le mandaba algunas indicaciones y recomendaciones más allá de las ecuaciones y el modulo ocupacional que ahora tenía mucho ímpetu de cursar en su último año de secundaria. El sol no la detenía y en el colegio los profesores permanecían atentos para este gran lunes en que 600 Vencedores del colegio Libertador Simón Bolívar empezaban las clases.
Olvidado por los vecinos, con infraestructura descuidada y padres poco motivados, así recibió hace dos años el Director Richard al colegio Libertador. Entonces, el local del colegio pasaba desapercibido al lado de las vías del tren. Al inicio de su gestión, gran preocupación le causaba al director el poco interés de los vecinos de Cárcamo, Conde de la Vega y Planeta por cuidar el colegio ante el asedio de gente de mal vivir. Por si fuera poco, uno de los muros periféricos se desplomó en 2012 y desde entonces quedó cubierto por plásticos y sujetado solo por palos, exponiendo a los estudiantes a riesgos sobre su seguridad. Para que empiece a parecer un colegio “tenemos que construir ese muro” fue la primera iniciativa que lanzó el director a sus colaboradores más cercanos.

Vista del muro construido del Colegio Libertador Simón Bolívar.
Su plan consistía en construir un muro de ladrillos de 35 metros con los insumos mínimo necesarios y comprometerse a gestionar el 70% de los fondos. Sabiendo que tendría que poner de su bolsillo si no cumplía con conseguir los fondos, lanzó la iniciativa ante padres que aún recordaban los cuentos de malas autoridades anteriores. La mayoría de ellos reclamaban que debería ser el Estado quien asuma los gastos, pero un grupo pequeño aceptó realizar colectas, polladas y pedir a las ferreterías materiales para completar el dinero restante. La desconfianza en que el Ministerio actué no fue la única razón por la que apoyar al Director y dar una pequeña cuota de 20 soles. Su talento para dar propuestas creativas, más bien, fue lo que inclinó el parecer de los padres.

Magaly, madre de familia y Richard, Director preparándose para el primer día de clases.
A los pocos días surgió un concurso de innovaciones en la Municipalidad de Lima y los profesores del Libertador aprovecharon para presentar sus proyectos de bio-huertos y uso de tablets. Creativamente incluyeron parte del muro en la propuesta, la cual finalmente ganó entre los participantes de la UGEL 03. Con ese cheque de S/. 15 mil soles, despertó finalmente el sueño dormido de los profesores y padres de tener un colegio donde la comunidad se organice para proteger y alimentar los talentos de sus niños. Aprovechando la buena racha, las actividades de recolección de fondos se aceleraron y en solo un mes vieron el muro faltante finalmente levantado.
Una, todas o ninguna
Si una escuela pudo hacer este cambio, ¿por qué no pueden todas? o ¿por qué no puede ninguna? Aquí unas cuestiones para analizar:

Innovar es crecer: ¡Innovar para vencer!
- Normas de infraestructura. Los supervisores de los locales escolares deberían vetar el proyecto del muro por no cumplir la reglamentación que asegura la construcción de solo edificaciones capaces de resistir ante sismos u otros riesgos de desastres. Sin embargo, colegios como el Libertador no cuentan con fondos para financiar el alto precio adicional que supone el refuerzo estructural. Esto abre una incongruencia entre lo que necesita urgentemente la comunidad educativa, en este caso un muro para protegerse, y lo que se pide financiar. Como el Ministerio tarda en ejecutar los proyectos de reconstrucción en Lima, supervisar a los directores que tomen la iniciativa de auto-construir muros es un mero trámite.
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- Prioridades del Ministerio. Con el Fenómeno del Niño muchas escuelas han sido dañadas y el Ministerio ha desplegado muchos recursos financieros y equipos técnicos para atenderlas de manera prioritaria. Las escuelas que no están en la lista de prioridades tendrían que esperar hasta que se avancen con las primeras de la lista. Nada garantiza que en el camino surjan otras prioridades y que finalmente se atienda al Libertador. La expectativa de la comunidad de Vencedores es que siempre habrá otra escuela que ganará en la prioridad y por ende su colegio estará dejado a la suerte. Sentarse a esperar respuestas no es la actitud de los Vencedores.
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- Réditos Políticos. Las fotos de inaugurar obras en este colegio no son marketeras. El local realmente pasa desapercibido en su entorno físico y poca gente circula por allí. Además, no tener una tradición lleva a que sea políticamente más rentable ejecutar obras en otros colegios de mayor renombre que fueron impulsados con la política de los Colegios de Alto Rendimiento. Aceptar esta situación no ha detenido a los Vencedores, quienes han gestionado que les den las carpetas y mobiliario que han dejado los colegios que sí han recibido proyectos de reconstrucción y equipamiento.
No moverse es una de las opciones que toman la mayoría de gestores para evitar sanciones (reglamento de infraestructuras de locales escolares). No moverse permite la típica excusa de falta de recursos o apoyo del Ministerio cuando al fin de año los estudiantes salgan con bajo rendimiento de los alumnos. No moverse es echarle la culpa a los padres por la deserción de los niños o niñas que enfrenten problemas de grandes desde pequeños. Dos muros construidos por la propia la comunidad educativa del colegio Libertador Simón Bolívar demuestran que hay 600 Vencedores por los que sí ser buenos gestores públicos.