Notas desde el #FMB7: Sistemas públicos de bicicletas

Escribo porque solo puedo soportar la realidad si la altero, confiesa Onhar Pamuk. El 7to Foro Mundial de la Bicicleta realizado en Lima la última semana de febrero le da la vuelta de tuerca al Premio Nobel turco al proponer que también hay que alterar la realidad para disfrutarla. Porque pedalear aproxima la mirada al entorno y con la cercanía física se aprecia y redescubre las expresiones urbanas que permiten establecer una relación con nuestro medio.

Empero, en el día a día, obtener el disfrute urbano no es sencillo en ciudades como las Latinoamericanas con altos índices de inseguridad vial y contaminación. Si bien el camino de la protesta ha servido para promover la idea de no tener que soportar esta realidad (a lo Pamuk), bajo la premisa de “pasar a la propuesta”, el #FMB7 dio un espacio importante a la revisión de políticas públicas que institucionalicen cambios hacia la movilidad urbana.

Así, dado el creciente interés por cada vez más ciudades latinas, en el foro se dieron varias presentaciones sobre los sistemas públicos de bicicletas. Voces protagonistas de estos sistemas contaron los puntos claves y las principales barreras para planificar e implementar con éxito estos sistemas. Kennia Aguirre (Cuidad de México), Mariel Figueroa (Rosario) y Marie-Éve Assuncao (Montreal) coincidieron en que la moda puede llevar a replicar ciegamente esto sistemas. Esto puede considerarse como un error sin antes los planeadores urbanos no piensan dos veces los siguientes puntos:

  • Soporte Político: Puede ser fácil lograr que las autoridades se tomen la foto apoyando estos sistemas u en una campaña electoral compitan por ofrecer el mayor número de bicicletas para la ciudad. La BiciQuito es el ejemplo de apoyo político superficial que se traduce en un sistema donde actualmente de 1,250 unidades solo 847 bici operan. El entusiasmo se puede convertir en pesadillas como cuando el Ministerio de Transporte regaló 300 bicicletas al municipio sin un plan de implementación lo que llevó a quebrar el sistema por los costos de mantenimiento. Rápidamente este programa va rumbo a su cierre y junto a ello al despilfarro de los recursos de la ciudad.
  • Planificación: Si existe apoyo político éste debe ir a un sistema que tenga claramente definido su objetivo público. Como cualquier otro sistema de transporte, resalta Mariel, este debe ser diseñado a partir de un cálculo de demanda que determine el número de personas desplazándose, sus distancias y horarios. Estos datos permitirán definir si las bicicletas públicas servirán para viajes largos o como parte del “ultimo kilometro” de un sistema integrado de transporte multimodal. Una buena planificación determina el mejor número y ubicación de las estaciones de bicicletas para atender estratégicamente la demanda del sistema.
  • Pilotos para aprender y escalar: Sobre todo para las ciudades que empiezan con la implementación de bicis públicas. Para Kennia, los pilotos son laboratorios para recoger información de los usuarios y sus necesidades de desplazamientos. Un ejercicio común es definir un polígono de acción para identificar el tipo de ciclo infraestructura que se necesita alrededor de las rutas que se diseñen. Teniendo estos conocimientos más claros, será menos costosos los errores que se cometan en la etapa de escalamiento del sistema.
  • Financiamiento y tarifas del sistema: No basta con conseguir recursos para la compra de bicicletas y construcción de estaciones. La operación del sistema requiere gastos considerables que exigen un compromiso de los municipios para que las bicicletas no se deterioren rápidamente sin el mantenimiento. Una fórmula contra el poco presupuesto de los municipios, es acudir al financiamiento privado. “Samba” en Rio de Janeiro es financiada por el Banco Itaú a cambio de poner el logo de la empresa. Marie-Éve contó que el financiamiento basado en las tarifas pagadas puede llevar a que se privilegie las ubicaciones de las estaciones en los puntos de mayores ingresos (turísticos, emporios comerciales) antes que cubrir los puntos de gran demanda de ciclistas. Equidad y financiamiento es el dilema para el financiamiento de estos sistemas.

La experiencia de subirse a una bicicleta pública que no está acondicionada ni funciona como un sistema aleja pronto a los nuevos usuarios ya que se sentirán decepcionados de esta nueva opción. Pasar a la propuesta implica un gran reto para los emprendedores apasionados por las bicicletas, quienes además de buscar contagiar su estilo de vida deberán prepararse en las cuestiones técnicas para construir sistemas públicos de bicicletas sostenibles en las calles y el tiempo.

Este artículo fue publicado en: FMB7.org